Cuando un hombre y una mujer contraen matrimonio lo que menos desean es que tengan intrusos en su ámbito conyugal, sin embargo muchas de las veces sucede que o bien viven en la casa de unos de los padres de ellos o que algunos familiares se han decidido a cambiarse a vivir con ellos, lo que trae consigo la falta de intimidad que buscan.
Esto puede hacer que la relación que en un principio se pronosticaba como de afecto, cariño y de crecimiento del amor que los llevó a formar un hogar se vaya poco a poco apagando hasta inclusive llegar a ser el foco de un conflicto matrimonial severo.
Como dice el dicho "El casado casa quiere" y es precisamente lo primero que busca la pareja, tener esa intimidad que está buscando para que en ese espacio de lugar y tiempo se prodiguen las atenciones, las caricias y los afectos que están dispuestos a otorgarse.
Es preciso que durante los primeros años permanezcan solos para que poco a poco vayan adaptándose a su nueva vida, e inclusive que no procreen hijos sino hasta pasados al menos unos dos o tres años, para que en ese lapso de tiempo se amolden a la nueva vida, que logren entender que el futuro es con una familia debidamente integrada, con hijos y en busca de la consolidación de un patrimonio en el que se contemple una situación económica y material desahogada que puedan ofrecer a sus descendientes.
Por tal motivo deben evitar situaciones de convivencia en el mismo hogar con otras parejas ya sea de edades similares o distintas e inclusive buscar la forma de eliminar de manera permanente la presencia de familiares de uno o los dos cónyuges pues estos se convertirán en intrusos dentro del seno matrimonial, pueden ser aceptados por temporadas cortas como un fin de semana o unas vacaciones sin que por ello entorpezcan los planes de la pareja.
ISRAEL
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